martes, 17 de septiembre de 2013

Inspiración. Motivación.


El pasado fue uno de esos fines de semana inspiradores. Motivadores. A pesar de la gran satisfacción que me produjo entrar tercero en Tossa de Mar, es mi deber empezar esta entrada con otro acontecimiento.

Debo hablar de un hito que tuvo lugar en la capital del Berguedà el domingo por la mañana. Allí un hombre mostró la tranquilidad y la templanza de un depredador. Allí un hombre desplegó un arsenal infinito de calidad. Allí un hombre controló como el más avispado estratega. Allí un hombre venció con una inconmensurable contundencia y suficiencia. Allí un hombre dio una lección de valores (una palabra que últimamente se usa muy a la ligera, y pocos son los elegidos que pueden transmitirlos). Allí un hombre humilde, trabajador, optimista, cercano y sencillo se ganó un trozo de Olimpo. Allí un hombre llamado Richard Calle nos emocionó.

¡FELICIDADES ESPARTACO! Un hombre no nace grande, un hombre se hace grande.

Segundo en el km 45 - Foto de Isart

Últimos y emocionantes metros - Foto de Isart

Vamos a Tossa.

Un estado del mar que podía definir perfectamente el adjetivo que acompaña a la costa gironina, brava, nos esperaba. No fui capaz de adaptarme ni a las corrientes ni a las olas. Me estaba dando cuenta de que no sé orientarme. Todo se complica cuando no se nada en las aguas planas y tranquilas de un estanque o un pantano. Los mejores nadadores (Baldellou y Relats entre ellos) enseguida se fueron.  Pude introducirme en el primer grupo grande, aunque no sin sufrimiento: “Es el último tren, aguanta…”. Me llevé muchos recuerdos en forma de golpes pero a diferencia de pasadas ocasiones en ningún momento me asusté. Defendía mi espacio a ultranza. A lo Michael Phelps nadé el segundo giro de 750 metros con agua en la gafas dándole en el sector un toque épico. A ciegas toqué tierra con Edmon, Lluís Vila y Jordi González. Detrás estaba Manuel Lloret y en el horizonte vi a Jordi Vilà (los dos más peligrosos en bici). 

Era clave no perder más tiempo - Foto de Núria Iturbe
 
Quedaban dos puertos por delante. Iba muerto. El esfuerzo realizado en el agua me pasaba factura. Desafortunadamente el aire que levantaba las olas también hacia acto de presencia en el asfalto. Justo a medio puerto Lloret nos alcanzó (íbamos Edmon, Lluís Vila y Jordi González) y nos atacó. Ahí estaba la carrera. Di todo lo que me quedaba para enganchar aquella rueda, pero no fue posible. Contactó con Jordi Vilà y los dos se fueron a por Baldellou (que en aquel momento ya abría carrera solo). Fue entonces cuando Lluís se cargó con toda la responsabilidad y marcó un buen ritmo para llegar a Llagostera. Justo antes de enfrentar el puerto de Sant Grau.

Con Baldellou, Jordi Vilà y Lloret escapados empezamos a subir el segundo alto del día. Absorbimos a Relats y Galindo y ya formamos el grupo perseguidor. Allí estaba la cuarta plaza. Había pasado un tiempo razonable des de la natación y ya empezaba a encontrarme. Las piernas respondían. Entonces llegó el momento de mover ficha e impuse un buen ritmo de subida. Fueron 5 km en los que me probé. Me animaba ver que mis contrincantes no lo pasaban bien. Un último km dando un puntito más redujo el grupo a 4 integrantes (dos que competían en la modalidad de relevos, Lluís Vila y un servidor). Bajada rápida, zona de toboganes y llegada en bloque a la T2.

Empecé fuerte amarrando enseguida la cuarta posición. Antes de acabar el primer km rebasé a Lloret, que iba andando. Fue una ración extra de motivación saberme tercero. Baldellou ya mandaba y yo iba recortando con respecto a Jordi Vilà. Des de hace algunas semanas me vuelvo a encontrar bien corriendo (muestra de ello es que Iñaki solo me sacó 11 segundos en el sector). Los puntos de giro me permitían controlar a Lluís Vila (uno de los mejores atletas del circuito). Pude recortar más de dos minutos al segundo clasificado pero fue insuficiente para cogerlo. Una lástima. A pesar de ello acabé muy satisfecho de volver a tocar podio de nuevo. Todo marcha bien.

A punto de entrar a meta - Foto de Núria Iturbe

Jordi Vilà, segundo, Iñaki Baldellou, primero, y un servidor, tercero - Foto de Isart

Clasificaciones en mano, y tomando como referencia a Baldellou, cedí 3’08’’ en el sector de natación y entré a meta con 3’18’’ perdidos. Queda claro lo que hay que mejorar para ser más competitivo.

Un placer volver a cruzar unas palabras con Miquel Blanchart. Volví a ver ambición en sus ojos. Espero volver a compartir foto, y como no, tu en el cajón más alto..

Un triatlón que me gusta. Repetiremos.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Otra experiencia Suiza


Como ya viene siendo habitual estas últimas temporadas, un par de veces al año me desplazo a Suiza con el fin de participar en alguna prueba triatlética en el país transalpino. Disfrutar de otros contrincantes es básicamente el principal reto. No conoces a nadie. Nadie te conoce a ti. Es una carrera a ciegas. Sin embargo, unos suculentos premios económicos, fueron unos cánticos de sirena irrechazables para algunos profesionales consolidados en la élite mundial. Uno solo puede mirar con admiración a triatletas como Sven Riederer, TOP 10 en los juegos olímpicos de Londres 2012. O a los hermanos Salvisberg, emergentes triatletas del país centroeuropeo.

Foto familiar

Sobre el lago de Neuchâtel (que también baña la localidad de Yverdon-les-Bains) había dibujado un triangulo con unas boyas esbeltas y amarillas. Una piscina de muchos metros cuadrados en toda regla. Cuatro triatletas, los tres nombrados anteriormente y un profesional australiano, rompieron el grupo con una facilidad pasmosa. Distinta sangre circula por sus venas. Se formó otro grupo perseguidor que tocó tierra a unos 40’. Mientras que un servidor iba introducido en el tercero. Aquel ritmo era el mío. Mis brazos me lo susurraron a lo largo de los 750 metros recordándome que aún faltan muchas series en la piscina para seguir mirando hacia adelante.

La particularidad de la mayoría de triatlones suizos es que son sin drafting sea la distancia que sea. Trancisioné rápido. La suma de tres vueltas en un circuito callejero y con una subida de 1,5 km al 7% completaba el sector ciclista (posiblemente erré en la elección de la bicicleta. No era un circuito para la Isaac Muon TT). Sin comunicación alguna nos asociamos Stalder y un servidor. Yo tiraba en la subida y en la bajada del pequeño puerto y él se encargaba del llano revirado en medio de Yverdon. Recortábamos con el grupo que nos antecedía (no con respecto a Riederer y a los hermanos Salvisberg). Estoy seguro de que podría haber intentado la aventura en solitario. Sobre las dos ruedas las piernas funcionan mejor que nunca.  Existe una simbiosis especial con la bicicleta. Nos respetamos. Y cuando las calas entran en los pedales, cuando se oye el “tac”, la comunión es perfecta.

Corriendo al compás junto a Stalder

Empecé a correr en la última plaza del TOP 10. Se podía mejorar. Las diferencias con algunos de delante eran asequibles. Otra vez una buena asociación con Stalder, compartiendo esfuerzo y ambos cogiendo responsabilidades, nos permitió llegar a la 7ª y 8ª posición. Era consciente de que hacía mucho tiempo que no corría de aquella forma. Finalmente, perdí el duelo directo con mi compañero de viaje y a la postre uno de los atletas del equipo Salomon suizo (ganador de ultra-trails) nos adelantó a los dos a falta de 300 metros. Los tres quedamos separados por 13 segundos. Acabé con la efímera sensación agridulce de haber podido terminar primero de los no profesionales.  Entre las tareas pendientes queda aprender a sufrir un poco más en el último tercio de cada prueba.


Podio no profesional

Otra vez las cosas salieron bien y me llevé de Suiza una valiosa 9ª posición absoluta, un podio y la foto con Sven Riederer.


Junto a Sven Riederer

Oriol, continuaré subiendo. Me gusta tu país y tu sofá-cama.